Inteligencia Artificial: ¿inteligencia o imitación de inteligencia?

¿La IA ya ha aprendido a pensar? ¿Aprenderá pronto? ¿O el destino de incluso los programas más avanzados es seguir siendo meros imitadores de la inteligencia humana? Analicemos por qué es importante encontrar respuestas a estas preguntas.

La prueba de Turing es solo un juego

Comencemos con el método más famoso y ampliamente aceptado para determinar si una máquina es inteligente: el Test de Turing. Muchos expertos creen que la IA moderna, especialmente las basadas en grandes modelos de lenguaje (LLMs), supera esta prueba con bastante eficacia. Para resumir, la esencia de la prueba implica que un juez interactúa tanto con humanos como con programas. La tarea del juez es determinar cuál de los interlocutores es humano y cuál es una máquina. Por lo tanto, la IA debe imitar el comportamiento humano de manera tan convincente que el juez cometa un error. Hay varias formas de realizar la prueba, pero la idea central sigue siendo la misma: si no podemos distinguir entre las respuestas de la IA y las de un humano, entonces la máquina se considera inteligente.

Sin embargo, en medio de todo el revuelo que rodea a esta prueba, muchas personas pasan por alto un punto importante. Alan Turing basó su prueba sobre el juego de imitación, un juego de mesa muy popular en su época. En este juego, dos personas, por ejemplo un hombre y una mujer, se escondían en habitaciones separadas y respondían a las preguntas de los asistentes a través de un administrador o notas escritas a máquina. La mujer intentaba convencer a los asistentes de que era un hombre, mientras que el hombre intentaba convencerlos de que era una mujer. ¿Está captando el mensaje que queremos transmitir?

Sí, todo es correcto. El Test de Turing es esencialmente un juego en el que una máquina, siguiendo unas reglas específicas, intenta superar a un humano. Sin embargo, para ganar este juego, el programa no necesita ser inteligente; simplemente necesita jugar bien. La esencia del “Juego de la Imitación” es la imitación. La IA no necesita ser genuinamente inteligente para ganar; solo necesita imitar la inteligencia. Esto significa que lo único que se puede demostrar con seguridad mediante el Test de Turing es que la IA ha aprendido a pasar el Test de Turing imitando a un humano, nada más.

Vale la pena señalar que es bastante popular pensar que incluso la IA más avanzada no es más que una “Habitación china”La esencia de este interesante experimento mental se reduce a que una persona que no sabe chino sigue instrucciones para hacer coincidir caracteres en respuesta a las que le da alguien que sí sabe chino. Gracias a estas instrucciones detalladas, es posible crear la apariencia de una conversación significativa sin entender realmente el significado de los caracteres.

La imitación no es un problema

Según la mayoría de los expertos, los agentes de IA modernos carecen de autoconciencia o inteligencia real, y funcionan como imitadores, imitadores y compiladores avanzados. Pero ¿esto les impide mantener conversaciones de manera fácil y convincente en varios estilos y sobre diversos temas? En absoluto. Son capaces de aprobar exámenes académicos y profesionales, escribir poesía y artículos, crear gráficos y pinturas e incluso realizar transmisiones y presentaciones, como Pitch Avatar, del que forma parte nuestro equipo. Día a día, nos acercamos más a un Capacidad de IA universal de manejar la mayoría de las profesiones actuales. Y todo esto, repetimos, sin ninguna prueba clara de verdadera inteligencia.

Y en esto, sorprendentemente, no hay nada fundamentalmente... Diferenciando la inteligencia artificial de los humanos¿No es una gran parte de nuestro comportamiento una imitación? Seguimos las normas sociales, imitamos a nuestros padres, profesores y otras autoridades. Además, a menudo lo hacemos sin tener en cuenta el significado de nuestras acciones. Simplemente tratamos de copiar un modelo, memorizar las reglas o elegir conductas que provoquen las reacciones deseadas. Un ejemplo típico es el conductor medio que, mientras aprende a conducir, no se esfuerza por comprender en profundidad el significado y la evolución de todas las normas de tráfico. Y esto, debemos tener en cuenta, no siempre es malo. Es imposible comprender a fondo todos los aspectos, detalles y matices de nuestra compleja vida. Para ahorrar tiempo y esfuerzo, hay que dar por sentado muchas cosas.

¿Y qué pasa si la IA domina este arte a la perfección, manipulando brillantemente los datos e imitando a los humanos? Aunque no comprenda o no se dé cuenta de lo que hace, lo importante es que realiza de manera eficaz las tareas que le asignamos. Esto, a su vez, nos deja tiempo libre para actividades creativas y pasatiempos interesantes.

Seguridad y Ética

Cuando se trata de aplicaciones prácticas, no importa si la IA posee autoconciencia e inteligencia o es simplemente un imitador y compilador consumado.

El quid de la cuestión está en la seguridad y la ética. Desde una perspectiva de seguridad, existe el riesgo de que una IA inteligente y consciente de sí misma se salga de control y comience a actuar de forma autónoma. potencialmente poniendo en peligro a los humanosDesde un punto de vista ético, explotar una IA inteligente y consciente de sí misma nos impone serias limitaciones, especialmente si se demuestra que la IA puede experimentar el equivalente al sufrimiento de los seres biológicos.

Por estas razones, debemos trabajar diligentemente para desarrollar criterios que puedan determinar de forma clara, distinta e inequívoca si una máquina es consciente de sí misma y es inteligente.

¿Qué es la inteligencia? 

A pesar de la importancia de las razones mencionadas, creemos que la razón principal es otra. Al determinar los criterios que hacen que la IA sea inteligente, finalmente podemos acercarnos a responder una de las principales preguntas filosóficas: “¿Qué es la inteligencia?”. No la inteligencia humana, ni la inteligencia de las máquinas, sino la inteligencia en general. Llamamos a nuestra especie Homo sapiens –el hombre de la razón–, pero en realidad no tenemos una idea clara de qué es realmente la razón. El único aspecto del que tenemos una comprensión limitada es la autoconciencia. Sin embargo, resulta que no solo los humanos sino también muchos animales son capaces de reconocer su propio “yo”.

¿En base a qué nos consideramos inteligentes y se lo negamos a los demás? ¿Las ballenas, los delfines y los grandes simios poseen inteligencia o no? No vamos a ahondar en las complejidades de la biología, la filosofía y la metafísica. Simplemente recordamos que carecemos de una definición inequívoca de racionalidad y de límites claros entre la razón y la no razón. Tal vez el objetivo principal del trabajo de la humanidad en materia de inteligencia artificial sea precisamente dar pasos significativos en la dirección correcta, si no entender finalmente este problema.

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